La
inteligencia artificial (IA), a diferencia del hardware y el software normales,
permite a una máquina percibir y responder al entorno cambiante que la rodea.
La IA emergente lleva esto un paso más allá, dando lugar a máquinas
que aprenden automáticamente asimilando grandes volúmenes de información.
Al igual que la robótica de última generación,
la IA mejorada aumentará considerablemente la productividad, a medida que
las máquinas se vayan haciendo cargo de algunas tareas que tradicionalmente
realizan los humanos (incluso con un mejor rendimiento). Por ejemplo, las
pruebas indican que los coches autónomos reducirán el número de colisiones; y es
probable que las máquinas inteligentes, al tener acceso a un almacén mucho
mayor de información y responder sin el sesgo emocional humano, puedan
diagnosticar enfermedades mucho mejor que los profesionales médicos. De hecho, el sistema Watson de IBM ya se está utilizando
actualmente en el campo de la oncología para ayudar a diagnosticar y establecer
tratamientos personalizados.
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+Katherine